sábado, 26 de febrero de 2011

lunes, 19 de abril de 2010

sábado, 13 de marzo de 2010

¿Cómo llegar a la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús?

Hay varios modos de llegar y varias rutas de camiones que te traen: el “101”, el “59A” y el “300” te dejan en la calle Mercurio y te bajas en la calle Oro y de ahí caminas rumbo a la parroquia, a la izquierda, el “51B” te deja a una calle de la parroquia, en la Av. Central, el “51A” te deja en la calle Bronce, en la esquina de la parroquia.
Si vienes en auto, puedes tomar Av. Mariano Otero rumbo al Bosque de la primavera, pasas periférico hasta Av. Tepeyac o Guadalupe y ahí doblas a la derecha (hay una Farmacia de Guadalajara en esa esquina), pasas unas cuantas calles y das vuelta a la izquierda en la calle Arenales, esa calle te va a dejar enfrente de la Parroquia.

PASCUA JUVENIL

PASCUA JUVENIL
2010
V I V O



ÉSTE ES EL MOMENTO Y LA OPORTUNIDAD PARA QUE PUEDAS GRITAR:
"VIVO"

Ven a vivir una pascua juvenil de un modo distinto con nosotros los Misioneros del Espíritu Santo.

DUDAS MÁS FRECUENTES:

Yo quiero asistir, ¿a dónde tengo que llegar?

Nos reuniremos en la parroquia del Sagrado Corazón en la colonia Arenales Tapatíos el miércoles 31 de marzo de 2010 a las 18:00 hrs.
Ahí habrá un momento de conocernos, jugar y convivir un rato antes de irnos a los lugares donde nos hospedaremos.

¿Y cómo se llega a ese lugar?

Hay varios modos de llegar y varias rutas de camiones que te traen: el “101”, el “59A” y el “300” te dejan en la calle Mercurio y te bajas en la calle Oro y de ahí caminas rumbo a la parroquia, a la izquierda, el “51B” te deja a una calle de la parroquia, en la Av. Central, el “51A” te deja en la calle Bronce, en la esquina de la parroquia.

¿Y dónde me voy a quedar?

Los lugares de hospedaje serán con familias de la colonia que amablemente nos recibirán en sus casas.

Pero, ¿qué vamos a hacer tantos días?

Trabajaremos en un casino-salón que se llama “Cascada”. En este lugar tendremos los temas, juegos, dinámicas, baile, canto, oración. También nos sumaremos a las actividades de la parroquia: Misa de la última cena, Via-Crucis, Misa de Resurrección, Adoración ante el Santísimo.
Ya por la noche nos iremos a descansar con las familias que nos hospedarán.


Oye, ¿dónde vamos a desayunar, comer y cenar?

Pues las mismas familias que nos hospeden nos brindarán el desayuno y la cena, la comida la tendremos todos juntos en el casino-salón.

Está muy bien, me está agradando la idea, pero sólo me queda una duda más.
Dímela.

¿Qué cosas tengo que llevar?

Tres mudas de ropa, artículos de aseo personal, toalla, cuaderno, Biblia, pluma o lápiz para escribir y tu cuota de recuperación.

Ah, por cierto, ¿para qué se van a ocupar los $200.00?

La cuota de recuperación es, como su nombre lo dice, para recuperar los gastos del evento: comida, papelería, artículos varios, etc. y también se les dará una playera con el logo del evento y un morral.
¿Tienes otra duda?

No por el momento, creo que me queda muy claro todo y me emociona mucho la idea, tengo ganas de vivir esta Pascua Juvenil. Pero… ¿y si surge otra duda?

Muy fácil, ponte en contacto con nosotros, nuestro teléfono es el 31-25-96-67. Y nuestro correo: filosofadomsps@gmail.com o a la página seguimientoradical.blogspot.com Así si te surge otra pregunta te la responderemos con gusto.

Ya con todas tus dudas aclaradas no queda más que esperar el día para vivir este encuentro con Jesús, con su Abbá DIOS y para dejarnos mover al ritmo del Espíritu Santo a ejemplo de nuestra madre María.


"V I V O"
¡TE ESPERAMOS!

¿Quieres vivir una experiencia de encuentro con Dios en esta Semana Santa?
¿Quieres compartir tu vida al lado de jóvenes como tú y de gente sencilla en tu misma ciudad?
¿Quieres realmente experimentar la salvación de Jesús en tu vida?

domingo, 15 de marzo de 2009

LOS TRAZOS DEL HOMBRE NUEVO

 LOS TRAZOS DEL HOMBRE NUEVO
Pedro Casaldáliga

Los trazos del hombre nuevo serían, a mi modo de ver:

1. La lucidez crítica
Una actitud de crítica “total” frente a los supuestos valores, medios de comunicación, consumo, estructuras, tratados, leyes, códigos, conformismo, rutina… Una actitud de alerta, insobornable. La pasión por la verdad.

2. La gratuidad admirada, deslumbrada
La gratuidad contemplativa, abierta a la trascendencia y acogedora del Espíritu. La gratuidad de la fe, la vivencia de la gracia. Vivir en estado de oración. La capacidad de asombrarse, de descubrirse, de agradecer. Amanecer cada día. La humildad y la ternura de la infancia evangélica. El perdón mayor, sin mezquindad y sin servilismos.

3. La libertad desinteresada
Ser pobres para ser libres frente a los poderes y las seducciones. La libre austeridad de los que siempre peregrinan. La vida morigerada del combate. La libertad total de los que están dispuestos a morir por el Reino.

4. La creatividad en fiesta
La creatividad intuitiva, desembarazada, lúdica, alegre, artística. Vivir en estado de alegría, de poesía y de ecología. Sin repeticiones, sin esquematismos, sin dependencias.

5. La conflictividad asumida como milicia
La pasión por la justicia, en espíritu de lucha por la verdadera paz. La pertinacia incansable. La denuncia profética. La política, como misión y como servicio. Estar siempre definido, ideológica y vivencialmente, al lado de los más pobres. La revolución diaria.


6. La fraternidad igualitaria
O la igualdad fraterna. El ecumenismo de razas, edades, sexos y credos. Conjugar la más generosa comunión con la salvaguarda de la propia identidad étnica, cultural y personal. La socialización sin privilegios.
La real superación, económica y social de las clases que están ahí, en orden al surgimiento de la única clase humana.

7. El testimonio coherente
Ser como la gente es. Hablar lo que se cree. Creer en lo que se predica. Vivir lo que se proclama. Hasta las últimas consecuencias y en las pequeñas cosas de cada día. La disposición habitual al testimonio del martirio.

8. La esperanza utópica
Histórica y escatológica. Desde hoy para mañana. La esperanza creíble de testigos y constructores de la resurrección y del Reino.
Se trata de una utopía, la utopía del Evangelio. El hombre nuevo no vive sólo de pan; vive del pan y de la utopía. Solamente los hombres nuevos pueden hacer el mundo nuevo.

Pienso que estos trazos corresponden a los trazos del Hombre Nuevo de Cristo. Así vivió Él utópicamente; enseñó esto en Belén, en la Montaña y en la Pascua; así nos configura trabajosamente su espíritu derramado en nosotros.

miércoles, 11 de febrero de 2009

DÉJATE ENCONTRAR


Hay personas tan profundamente ocultas en su cuerpo que hay que empezar por buscarlas; otras viven en plena expresión corporal.
La vocacion significa dejarse acoger en cuerpo y
alma
por el que nos sale al encuentro y responder de palabra y obra a esa
solicitud.

miércoles, 28 de enero de 2009

Nuestro Padre y Fundador: Félix de Jesús MSpS



"Un día, vimos brillar, en el fondo de nuestra alma, una luz pequeña...
¡ Esa luz era nuestra vocación...!
¡No empezó nunca a brillar... un día la vimos, nosotros brillar!
Félix de Jesús Rougier M.Sp.S

Nuestra Madre: Conchita


¿Verdad que de niña eras mi ilusión como de aurora, de joven mi pasión arrolladora, de casada mi amor de martirio, de viuda, un volcán de sacrificio, el Dueño de mis instantes, el ideal de mis inmolaciones para tu gloria, el Centro de todas mis cruces, de mis dolores y de mis lágrimas?
Concepción Cabrera de Armida

¿Tengo Vocación? 7 pasos para el discernimiento



¿TENGO VOCACIÓN?
Siete pasos para el discernimiento vocacional
Fernando Torre, Misionero del Espíritu Santo

Uno de los grandes retos que debes enfrentar en tu vida es el de encontrar tu lugar en la sociedad y en la Iglesia.
A ti, que buscas tu vocación, estos siete pasos te pueden ayudar a discernir el proyecto que Dios Padre tiene para ti.
Aunque aquí se habla de las vocaciones consagradas (en la vida religiosa, en el sacerdocio…), el proceso descrito puede aplicarse en la elección de cualquier estado de vida o profesión.
1. Oración
Señor, ¿qué quieres que haga? (Hch 22,10).
La vocación no es algo que tú inventas, es un tesoro que encuentras. No es el plan que tú elaboras para tu vida, sino el proyecto que Dios-Trinidad te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas, sino un regalo que recibes, una llamada a la que respondes.
Para descubrir lo que Dios quiere de ti, haz oración. Eso hicieron Samuel (1S 3,10), Ezequiel (Ez 2,1–3,11), Jesús de Nazaret (Lc 3,21), María Magdalena (Jn 20,17), Pablo de Tarso (Hch 9,11)…
En la oración podrás encontrar a Jesucristo y experimentar su amor; el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar, y te dará fortaleza y audacia para responder.
En el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: «ven y sígueme» (Mc 10,21); o bien, escucharás que te dice: «vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti» (Lc 8,39).
No basta con que ocasionalmente te acuerdes de Dios y le pidas que te ilumine, es necesario que dediques momentos formales a la oración. Puedes orar diariamente (al menos unos quince minutos), tomar un día de retiro o hacer unos ejercicios espirituales.
La oración, además de ser el primer paso del proceso de búsqueda, es un ejercicio que deberá estar presente a lo largo de todo tu discernimiento vocacional.
Al dar este paso podrás decir: «Me fascina Jesucristo». «Quiero encontrar la voluntad de Dios para mí». «Quiero realizar su proyecto».
2. Percepción
Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía (Jr 20,9).
Para descubrir lo que Dios quiere de ti, necesitas hacer silencio exterior e interior, pues el ruido te impide percibir.
Percibe tus sentimientos, pensamientos, preocupaciones, deseos. Escucha tanto a las personas que aprueban tu inquietud como a quienes la critican. Mira a los hombres y mujeres que te rodean: ¿qué te suscitan su tristeza, su dolor, su pobreza, su necesidad de Dios?
Ve tu historia: ¿Por cuál camino te ha llevado el Espíritu Santo? ¿Cuáles han sido los hechos más importantes de tu vida? ¿Qué personas han sido significativas para ti?, ¿por qué? Toma conciencia de tu presente: ¿Con quién te relacionas? ¿En qué inviertes tu tiempo? ¿Qué te hace feliz hoy? ¿Cómo es tu relación con Jesucristo? Contempla el futuro: ¿Cómo te imaginas dentro de diez años? ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes sólo una vida, ¿dónde quieres jugártela?
Con la ayuda de tu director/a espiritual, discierne cuidadosamente si tu inquietud es signo de un auténtico llamado al sacerdocio o a la vida consagrada, o más bien es manifestación de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como laico/a.
Al dar este paso podrás decir: «Intuyo que el Espíritu Santo quiere algo especial de mí». «Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios y de colaborar con Jesucristo en la salvación del mundo».
3. Información
Observen ustedes cómo es el país y sus habitantes, cómo son las ciudades que habitan, cómo es la tierra (Nm 13,18-20).
Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. Querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte a la construcción del Reino es necesario, pero insuficiente; debes, además, saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas.
Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente que conozcas las diversas vocaciones. Investiga cuál es la espiritualidad que viven las diferentes congregaciones religiosas o los institutos seculares. Visítalos y ve cómo viven: una orden contemplativa es diferente de una sociedad de vida apostólica. Averigua cuál es su misión y por qué medios la realizan: enseñanza, hospitales, oración, dirección espiritual, misiones, promoción vocacional, medios de comunicación, parroquias… Pregunta quiénes son los principales destinatarios de su apostolado: jóvenes, pobres, sacerdotes, enfermos, niños, seminarios, indígenas, ancianos…
Aunque ordinariamente cuando se experimenta la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, es conveniente que dediques algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y sobre las otras.
Al dar este paso podrás decir: «Me atrae la espiritualidad, el estilo de vida y el apostolado de este instituto». «Posiblemente Dios me está llamando a consagrarle mi vida o a ingresar al seminario».
4. Reflexión
Si uno de ustedes quiere construir una torre ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? (Lc 14,28).
La vocación es una empresa muy grande, y es para toda la vida. Por eso, para lanzarte, debes antes haber reflexionado seriamente sobre ti y sobre el estilo de vida que pretendes abrazar.
Analiza tus capacidades y limitaciones. Piensa si podrás vivir las exigencias que implica la vocación —contando, desde luego, con la gracia del Espíritu Santo—. ¿En qué te basas para pensar que Dios te llama? ¿Qué razones a favor y en contra tienes para emprender ese camino? ¿Qué circunstancias o personas pueden favorecer o dificultar tu respuesta? ¿Qué te atrae de ese estado de vida y qué te disgusta?
Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de tu vocación. Quiere que utilices tu sensibilidad espiritual y tu inteligencia para buscar su voluntad. Con la luz del Espíritu Santo podrás encontrar lo que Dios Padre quiere de ti.
No creas que llegarás a tener certeza absoluta de lo que Dios quiere de ti, algo así como tener un contrato firmado por él. Lo que encontrarás serán signos, a través de los cuales Dios te revela el proyecto que tiene para ti. Al interpretar esos signos podrás tener seguridad de su llamado.
Al dar este paso podrás decir: «Jesucristo me llama a seguirlo. Con la fuerza del Espíritu Santo, podré responder».
5. Decisión
Te seguiré vayas adonde vayas (Lc 9,57).
Habiendo descubierto lo que Dios quiere de ti, decídete a realizarlo.
Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo. Tus limitaciones te parecerán montañas. El mismo profeta Jeremías, al conocer lo que Dios quería de él, dijo excusándose: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho» (Jr 1,6). Sin embargo, consciente de tus limitaciones y confiando en la gracia de Dios, responde como Isaías: «Aquí estoy, Señor, ¡envíame!» (Is 6,8), o como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Decir el “sí” con el cual comprometes toda tu vida es una gracia. Pídele al Espíritu Santo que te dé esa capacidad de respuesta. Evadir la decisión equivale a desperdiciar tu vida.
Para comenzar el camino vocacional, no te esperes a tener la certeza absoluta del llamado de Dios (“el contrato firmado”). La decisión es un paso en la fe, un acto de confianza en tu amigo Jesús.
Al decidirte a seguir radicalmente a Jesucristo es normal que tengas dudas de si podrás con las exigencias o si llegarás al final; pero no puedes dudar que tú, libremente, tomaste la decisión de seguirlo.
Al dar este paso podrás decir: «Quiero responder a la llamada de Jesucristo». «Quiero consagrar mi vida a Dios en este instituto». «Quiero ser sacerdote».
6. Acción
Jesús los llamó. Y ellos inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron (Mt 4,21-22).
Una vez tomada la decisión, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo, lánzate con todo y miedo. Pon los medios necesarios para realizar lo que has decidido. Resiste a la tentación de posponer tu ingreso en una casa de formación: «Te seguiré, Señor; pero déjame primero…» (Lc 9,61).
Entrar al seminario o al postulantado es el principio de un camino, pero aún no es el compromiso definitivo —como la ordenación sacerdotal o la profesión perpetua—. Los años de formación son también tiempo de discernimiento. Si vives con generosidad todo lo que se te proponga, y eres transparente con los/as formadores/as, Dios te irá aclarando si, de veras, esa es tu vocación o no; y te dará su gracia para asumir el compromiso definitivo o para continuar tu vida cristiana como laico/a.
Jesús te dice: «El que quiera acompañarme, que renuncie a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y me siga» (Lc 9,23). El camino vocacional es difícil, más de lo que crees: prepárate para la lucha. El sendero es espinoso y a veces oscuro. Sé valiente y confía; María te acompaña y el Espíritu Santo te fortalece para que puedas recorrerlo.
Por otro lado, consagrar totalmente tu vida a Dios y dedicarte por completo al servicio de los demás es muy bello, más de lo que te imaginas: prepárate para gozar y ser feliz.
Al dar este paso podrás decir, como Pedro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28).
7. Dirección espiritual
Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas (Hch 22,10).
La dirección espiritual no es, en realidad, un paso más en el proceso de discernimiento vocacional; es un recurso que puedes aprovechar en cada uno de los pasos anteriores.
Tu director/a espiritual o promotor/a vocacional te motivará a orar y a percibir los signos de la voluntad del Padre; te indicará dónde obtener información y te ayudará a reflexionar. En el momento de la decisión te dejará solo/a, para que tú, frente a Jesús, libremente respondas a su llamado. Te ayudará a prepararte convenientemente para ingresar en una casa de formación.
Si bien es cierto que la vocación es una llamada de Dios que nadie puede escuchar por ti ni responder a ella en tu lugar, también es verdad que necesitas de alguien que te acompañe en tu discernimiento vocacional.
Es fácil hacerse ilusiones; podrías creer que es un llamado de Dios lo que sólo es un deseo tuyo, o bien podrías pensar que no tienes vocación cuando en realidad Dios te está llamando. En consecuencia, para clarificar la autenticidad de tu vocación, dialoga con tu director/a espiritual. Exponle con claridad y confianza todo lo que te pasa.
Después de cada encuentro con tu director/a espiritual podrás decir: «Tengo más luz sobre mi persona y mi proceso vocacional». «Me siento confirmado/a en mi discernimiento». «La Iglesia me acompaña en la búsqueda de la voluntad de Dios».

~ · ~ · ~ · ~

Encontrar tu vocación es todo un reto; difícil, sí, pero de ninguna manera imposible. Si con sinceridad te pones a buscar la voluntad de Dios y sigues estos siete pasos, podrás hallarla.
De muchos modos Dios Padre te está revelando el proyecto que tiene para ti y la manera como quiere que colabores en la construcción de su Reino. Él es quien está más interesado en que tú encuentres tu vocación y seas feliz. Por eso, haz oración, dialoga con tu director/a espiritual, percibe, infórmate, reflexiona, decídete y actúa.

La oración. El anhelo del hombre.



La oración es algo natural en el hombre, como hablar, o suspirar, o mirar, o como el latir del corazón enamorado; y en realidad es una queja y un suspiro y una mirada y un latido enamorado.
Ernesto Cardenal.